ANALISIS DE CIUDADANOS IMAGINARIOS DE FERNANDO ESCALANTE GONZALBO.

Bernabe Hernandez Vazquez

El desorden, el caos, la ecatombe administrativa, son el resultado de una independencia de la corona española. La falta de un régimen rector de las funciones de cada una de las instituciones recién nacidas. La convulsión y abandono por otro lado de algunas zonas inhóspitas del país, sumado a la horda de bandidos insurgentes y pandillaje sin cuartel. Y son quienes realmente gobernaban y controlaban la mayoría de las poblaciones y zonas alejadas del centro del país. Morelos, Hidalgo, como elementos más de la verdadera conformación de esta nueva nación.

El inicio del siglo XIX marca la independencia del gobierno de la corona española, y la instauración y conformación de un nuevo gobierno. La convulsión y la falta de experiencia no permite controlar la mayor parte del país, por lo que los caciques, grandes terratenientes, y gavilleros -entre otros- fungen como gobierno y administradores de los bienes de la poblacion, sin reportarle al gobierno central.

Es hasta la instauración de la “República”, cuando se da una especie de control más o menos funcional de las instituciones que conformarían el Estado. Porfirio Diaz y Juárez son el inicio de lo que podemos llamar un estado moderno, y sin embargo padece de grandes carencias, principalmente de corrupción.

La corrupción es una institución. La política era entendida a principios del siglo XX bajo el sino del cohecho, del abuso del poder para los fines personales por encima del bien común. Si actuabas con honestidad, no era del reconocimiento público, el estigma superaba con creces cualquier acto honesto y loable en la administración pública. Que los había, por supuesto. Aunque la estructura ya estaba aceitada y bien montada, de manera tal que cualquier intento de modificación resultaría en la descomposición de los órdenes de Estado, y su engranado funcionamiento.

El reconocimiento de esta situación como una condición inalterable, al menos a corto plazo, era del sentir general dentro de la sociedad de principios del siglo pasado. Esto redunda en la anotación puntual de Fernando Escalante Gonzalbo; “Puede ser paradójico, pero la corrupción tiene por lo general consecuencias conservadoras, aunque sea ostensiblemente contraria a la racionalidad estatal”. Ergo, lo inamovible, lo incólume, lo inmutable por el bien de la Nación. Esto que se denomina corrupción, es la utilización de medios dentro del posicionamiento político, para el otorgamiento principalmente de prebendas políticas dentro de la administración pública, o ya sea directamente monetarias.

El amigismo, el compadrazgo, la utilización de la política para el auge de sus empresas y la acumulación de bienes, son la actividad común del político de la instauración del Estado. Si antes, a principios del siglo XVII, y durante todo el siglo, la ingobernabilidad permeaba como única razón de existir y subsistir como sociedad y como población dentro de una nación en revuelta total. Ahora la corrupción exigía su coto de poder. Juárez y Díaz lo sabían, y lo consentían sin ninguna otra posibilidad, al menos, como decíamos, en lo inmediato. Enquistado en las raíces de la conformación de un Estado Nación que intentaba dar sus primeros pasos. Y convulsionado por los intereses de los diversos grupos de poder político y económico, que en este caso estaban amalgamados de manera irremediable.
Lucas Alaman, achaca toda esta conflictiva a la probidad de los funcionarios públicos, que no a su incapacidad. El dinero, instrumento necesarísimo para adquirir poder, y viceversa. Es además de indispensable, útil para el buen funcionamiento de sus negocios, y la conservación de ciertos privilegios y relaciones con el poder político. La honestidad, solo se entiende como la lealtad al Estado, sea lo que este realice o deje de realizar. No es una virtud que se le pueda entender en lo abstracto, eso lo sabemos. Y sin embargo los conceptos se definen y distorsionan dentro del aparato de poder, o con esa lente habría que verlo si se quiere vivir dentro de él.

El resultado es evidente para la Tesis de Fernando Escalante, si entendemos el propósito de este sistema político fragmentado, “En el México decimonónico, la corrupción era indispensable para que los intermediarios mantuvieran su posición de influencia; necesitaban manejar, de un modo u otro, los cargos públicos, necesitaban disponer de fondos y también de un margen de acción fuera de la ley para negociar favores e intercambios”.

Se sabe de antemano que la lucha por el poder empezaba desde lo ilegal, desde los favores para el apoyo de campañas políticas, y designaciones ejecutivas. La corrupción, método que estaba no solo solapado por el estado, sino como práctica política por antonomasia. Resorte político del poder, el dinero se convertía en instrumento principal para comprar voluntades, lealtades, sobornar, definir elecciones, cooptar a la prensa. Y más que eso, más que como elemento principal, se puede acotar como el único.
Muchos juaristas hicieron del poder público un medio para incrementar sus bienes, y sin embargo, en términos generales el orden político no era imaginable sin el sistema depurado de corrupción.

Acerca de bernabehernandez

PSICOLOGO ORGANIZACIONAL POR LA UNIVERSIDAD DE LAS AMERICAS, MAESTRIA EN COMUNICACION PARA LA ACCION POLITICA Y SOCIAL EN LA Universidad Simon Bolivar (México D.F.).
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